Tiernísima Madre
de Dios y de los hombres que,
bajo de la advocación
de la pura y limpia Concepción
de Nuestra Señora
de Itatí,
miraste con ojos
de misericordia por más de tres siglos
a todos los que te
han implorado,
no deseches ahora
las súplicas de tu hijo-a,
que humildemente, pero con fe, recurre a ti.